¿Se entrenan a los niños? o ¿aprenden solos?
Quizás alguna vez escuchaste hablar de entrenar a los niños para que duerman mejor, o entrenarlos para que dejen los pañales. Pero, ¿qué cosas podemos enseñar como madres y padres? y ¿cuáles se dan naturalmente?
Gracias a la evolución de nuestra especie y el desarrollo de nuestra corteza cerebral, los humanos nacemos con ciertos programas preinstalados. Como si fuera un software en una computadora, listo para ejecutarse en el momento indicado. Es así como, a partir del crecimiento, cada niño y niña irá desarrollando nuevas habilidades que le permitirán sobrevivir en el mundo que le tocó vivir.
Por ejemplo, ya al nacer, los bebés saben succionar, respirar y tragar, pudiendo alimentarse del pecho materno o del biberón. De igual forma, los bebés nacen sabiendo dormir; de hecho, ya lo hacían en el vientre materno.
El control de esfínteres es algo que se da más adelante, alrededor de los 2 años, cuando desarrollan la capacidad de contener la necesidad y evacuar voluntariamente.
Es decir, nosotros no enseñamos ni entrenamos estas funciones básicas. Lo que sí podemos enseñar es el CÓMO.
Enseñamos a dormir en un colchón, con una almohada. Enseñamos a usar tenedor y cuchillo, a que la comida esté en un plato. También enseñamos a usar el inodoro en el baño.
Esta sutil diferencia puede ser de gran ayuda para orientarnos como madres y padres. A veces, en la desesperación de que alcancen ciertos hitos del desarrollo, nos enfocamos en la acción misma y no en el cómo, apurando el proceso y complicándonos a nosotros mismos. Por ejemplo, en el afán de que el niño deje los pañales, permitimos que orine en cualquier lugar, o que use pañales solo para movilizar intestinos en cualquier lugar de la casa.
En lugar de esto, debemos enfocarnos en crear rutinas y ambientes que faciliten el aprendizaje de estas habilidades de manera natural y respetuosa. Por ejemplo, enseñarles a utilizar el baño de manera adecuada, a usar correctamente los utensilios de comida y a establecer rutinas de sueño saludables. Todo esto en su debido momento, de acuerdo a sus capacidades y proceso de madurez.
La clave está en entender que nuestro rol no es entrenar a nuestros hijos e hijas como si no tuvieran ningún conocimiento o habilidad, sino guiar y apoyar su desarrollo confiando en sus propias capacidades. Recordemos que cada niño y niña tiene su propio ritmo y que lo más importante es acompañarlos con amor y respeto en cada etapa de su crecimiento.
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