¿Por qué mi hijo de 2 años pega y empuja?
Para muchas familias, una de las preocupaciones comunes durante la infancia temprana es la tendencia de niñas y niños a actuar de forma impulsiva, como pegar o empujar a otros. Este comportamiento puede ser desconcertante, e incluso frustrante, sobre todo cuando parece que las explicaciones y recordatorios no surten efecto. Sin embargo, comprender cómo funciona el cerebro a esta edad puede cambiar la perspectiva
¿Qué ocurre en el cerebro a los 2 años?
A los 2 años, el cerebro infantil está en pleno desarrollo. Esto significa que niñas y niños aún no tienen las herramientas necesarias para controlar sus emociones o impulsos como lo haría una persona adulta. Sus cerebros responden de manera directa a las emociones, creando un ciclo que va de la emoción al impulso y, finalmente, a la acción.
Cuando una niña o niño se siente frustrado, emocionado o incluso abrumado, la reacción automática es actuar de inmediato según ese sentimiento. La capacidad de frenar, reflexionar y considerar las consecuencias de sus acciones aún no está desarrollada, ya que su corteza prefrontal – la parte del cerebro que ayuda en el autocontrol y la reflexión – está en proceso de maduración y no se consolidará hasta mucho más adelante.
El rol de la persona adulta: Un "amortiguador" de las emociones
Aquí es donde entramos las personas adultas. Nuestro papel, aunque a veces sea agotador, es crucial para ayudar a niñas y niños a desarrollar esas herramientas de autorregulación. Cada vez que intervenimos en una situación impulsiva, como un empujón o un golpe, y ponemos en palabras lo que ellas y ellos sienten, estamos cumpliendo la función de un "amortiguador" emocional.
Por ejemplo, si tu hija o hijo empuja a otra niña o niño para subir al tobogán, en lugar de simplemente regañarle, puedes decirle algo como:
"Entiendo que querías subir al tobogán y tu amigo se te adelantó, por eso lo empujaste. Pero empujar no está bien porque al otro le puede doler."
Con esta intervención, les estamos enseñando a nuestras hijas e hijos a reconocer sus sentimientos, y también a entender que sus acciones tienen un impacto en los demás.
¿Por qué esta tarea puede ser agotadora?
Es comprensible que muchas familias se sientan agotadas por la necesidad de repetir constantemente este tipo de mensajes. La autorregulación es una habilidad compleja que se construye con el tiempo, y a esta edad el aprendizaje es diario y constante. No es algo que una niña o niño aprenderá de inmediato; necesita vivirlo repetidas veces y en distintos contextos para finalmente incorporarlo.
Pero es importante recordar que esta repetición no es en vano. Aunque a corto plazo no veas resultados evidentes, a largo plazo estás ayudando a que tu hija o hijo desarrolle una base emocional sólida, una capacidad de empatía y una habilidad para autorregularse.
No es "mal comportamiento", es maduración
Es fácil pensar que este tipo de acciones, como pegar o empujar, son intencionales. Pero comprender que no tienen una "mala intención" detrás, sino que forman parte de una etapa de maduración, nos permite ver el comportamiento de otra forma. Al entender esto, podemos ser más pacientes y empáticos, ofreciendo una guía firme pero amorosa.
¿Cómo apoyar a tu hija o hijo en esta etapa?
Valida sus emociones: Acepta lo que siente sin juzgar. Frases como "Entiendo que te sientes frustrada(o)" le ayuda a saber que está bien sentir, aunque necesite aprender a expresar sus emociones de forma respetuosa.
Pon en palabras lo que aún no puede expresar: Ayúdale a entender qué pasó y cómo podría haber reaccionado. Decir "Quisiste empujar porque te sentiste molesta(o), pero podemos hablarlo o esperar nuestro turno" le da herramientas para el futuro.
Sé constante: La repetición es fundamental. Aunque sientas que tienes que decir lo mismo muchas veces, recuerda que cada vez estás reforzando un aprendizaje.
A largo plazo: Regalos para la vida
Este esfuerzo que haces hoy al poner en palabras y validar las emociones de tu hija o hijo tendrá un impacto a largo plazo. Le estás enseñando empatía, autregulación y respeto hacia los demás. Estas son habilidades esenciales que, con el tiempo, le permitirán relacionarse mejor con otras personas y manejar sus propias emociones de manera saludable.
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