¿Estás Corrigiendo o Educando? Cómo Transformar los Conflictos en Oportunidades de Crecimiento
Cada vez que llamas la atención, negocias o ayudas a tu hija o hijo a resolver un problema, ¿estás logrando solo un cambio inmediato en su comportamiento o también estás contribuyendo a su crecimiento a largo plazo? Es importante detenernos a reflexionar: ¿modificar la conducta es el único objetivo o estamos buscando algo más profundo?
Imaginemos un ejemplo cotidiano: queremos que nuestras hijas e hijos sean autónomos, capaces de cuidarse, conscientes de su bienestar y que tomen buenas decisiones. Sin embargo, nos enfrentamos con un problema común en casa: no ponen la ropa en la canasta de lavado.
Aunque pueda parecer algo menor, la forma en que abordamos esta situación puede tener un impacto significativo. Veamos algunas de las opciones para corregir esta conducta:
Resongar: Gritar para que pongan la ropa en su lugar. Es una solución rápida y probablemente eficaz en el momento. Ante la presión, lo harán. Sin embargo, ¿esto les ayuda a largo plazo a ser personas responsables y autónomas? Lo más probable es que no.
Negociar: Negociar puede ser una herramienta valiosa. Este enfoque puede modificar la conducta actual y, a la vez, fomentar habilidades de comunicación y resolución de problemas. A largo plazo, puede ser útil para desarrollar una actitud más reflexiva, pero tampoco es sostenible si se convierte en un recurso constante.
Aplicar consecuencias: Una estrategia más estructurada es establecer una consecuencia directa. Por ejemplo, "si no pones la ropa en la canasta, no tendrás ropa limpia". Este enfoque es efectivo para fomentar la responsabilidad personal, sin necesidad de emociones intensas ni enojo. En este caso, como estamos hablando de adolescentes, pueden entender las consecuencias de sus acciones y asumir la responsabilidad de manera más consciente.
Una opción que va un paso más allá es buscar soluciones en conjunto. Puedes sentarte con ellas o ellos y plantear la situación como un problema familiar: "La ropa se lava en tal día, si no la pones en la canasta, no habrá ropa limpia. ¿Cómo podemos solucionar esto de manera que no sea un problema para ti ni para mí?". Este enfoque promueve el diálogo y la cooperación, adaptándose a las necesidades y características particulares de cada familia.
Al final del día, es fundamental que nos preguntemos cuál es el verdadero objetivo cuando corregimos una conducta. ¿Estamos buscando un cambio inmediato porque nos molesta y queremos una solución rápida? ¿O estamos más interesados en que nuestras hijas e hijos aprendan y desarrollen habilidades que les sirvan para toda la vida?
Tomarse un momento para reflexionar sobre esto nos permite enfocarnos en el crecimiento y desarrollo de esos futuros adultos responsables y conscientes que esperamos que lleguen a ser.
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