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Dormir sin la teta: un cambio progresivo y respetuoso

Imaginemos por un momento que alguien nos dice que, a partir de ahora, no podemos dormir en nuestra cama. Nada de colchón ni de almohada. En su lugar, debemos dormir en una hamaca paraguaya. ¿Podríamos hacerlo? Probablemente nos costaría mucho adaptarnos. Esto es, en esencia, lo que siente un bebé cuando intentamos que duerma solo en su cuna sin la teta o sin brazos, y además pretendemos que lo haga de corrido.



La necesidad de seguridad para dormir

Los bebés humanos, como mamíferos que somos, nacemos con una programación biológica que nos lleva a sentirnos tranquilos y seguros en contacto con el cuerpo de nuestra madre. Durante nueve meses, han estado en el vientre materno, conociendo su ritmo cardíaco, su olor, su temperatura y su movimiento. Estos son los elementos sensoriales que le indican a su cerebro: estoy segura, puedo dormir.

Algo similar nos ocurre a los adultos. Cuando nos acostamos en nuestra propia cama, con nuestra almohada y en nuestro espacio familiar, encontramos la comodidad y la seguridad necesarias para relajarnos y dormir. Para un bebé, el equivalente a nuestra cama es el cuerpo materno, en especial si la lactancia está presente.


El agotamiento materno y el deseo de cambiar

Es comprensible que, tras meses de lactancia nocturna y despertares frecuentes, muchas madres lleguen a un punto de agotamiento físico y emocional. La necesidad de descanso es válida, y muchas veces surge la idea de "sacarle la teta en la noche" como una solución. Sin embargo, si lo planteamos de manera abrupta, el bebé lo vivirá como un cambio drástico, equivalente a perder nuestra cama y almohada de un día para otro.

En lugar de pensar en quitar la teta de golpe, podemos enfocarnos en sumar otros elementos que brinden seguridad al bebé y le ayuden a dormir sin necesitar tanto el pecho. Eventualmente, si estos nuevos estímulos son efectivos, el bebé dejará de necesitar la teta como recurso de sueño.


Introduciendo nuevos recursos con suavidad

El proceso de incorporar nuevas formas de dormir no debe comenzar en la noche. Si queremos que el bebé logre conciliar el sueño sin la teta o en otro espacio, primero debemos explorar qué elementos le transmiten seguridad durante el día.

Podemos preguntarnos:

  • ¿Qué lo tranquiliza o la tranquiliza en el día?

  • ¿Cómo se duerme en otros momentos del día?

  • ¿Existen otras personas que puedan calmarle? ¿Qué hacen esas personas para lograrlo?

Una vez identificados estos recursos, podemos comenzar a incorporarlos gradualmente en la rutina nocturna. Es clave recordar que nunca debemos probar algo nuevo en plena madrugada, cuando el bebé está más vulnerable y tiene mayor necesidad de contacto.


Un cambio acompañado y respetuoso

Respetar los tiempos del bebé y acompañar el proceso con paciencia es fundamental para lograr una transición exitosa. Más que imponer un cambio brusco, podemos ofrecerle alternativas que le den seguridad y, con el tiempo, le permitan dormir de manera más autónoma.

El descanso materno es importante, pero también lo es la experiencia del bebé. Encontrar un equilibrio entre ambas necesidades es el camino para una transición armoniosa y amorosa en el sueño infantil.


👉🏽 Recuerda que puedes encontrar más información sobre el sueño infantil en el libro "Dormir como un bebé", disponible en formato físico y ebook.

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